lunes, 11 de junio de 2007

MI TRABAJO:LA SOMBRA DEL VIENTO

Voy a empezar relatando el comienzo de la novela, el comienzo de una historia de amor e intriga, y de dos vidas paralelas que se encuentran, que no solo te crea adicción por la lectura, sino que te atrapa desde la primera hasta la última página manteniendo la intriga hasta el final.
Todo comienza un amanecer de 1945 cuando un padre, librero de profesión, lleva a su hijo Daniel a un lugar misterioso y oculto en la ciudad de Barcelona: el Cementerio de los Libros Olvidados. "Este lugar es un misterio, Daniel, un santuario. Cada libro, cada tomo, que ves tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo vivieron y soñaron con él". Allí Daniel encuentra un libro que cambiara el rumbo de su vida, y le conducirá a un gran laberinto de intrigas, secretos y misterios: La sombra del viento, de Julián Carax, con el que se siente identificado. "Aquella era una historia de gente sola, de ausencias y de pérdidas, y que por esa razón me había refugiado en ella hasta confundirla con mi propia vida, como quien escapa a través de las páginas de una novela porque aquellos a los que necesita amar son solo sombras que viven en el alma de un extraño."
A partir de ese momento todo se complica y la novela se convierte en apasionante relato que no puedes parar de leer.
Yo me iba a centrar en contar la historia de Julián y Penélope, una tragedia de amor que se refleja en otra pareja (Daniel y Bea) años después. Pero en vista de que algun@s de mis comañer@s ya lo han hecho, voy a intentar comparar las vidas de los dos protagonistas principales (Julián y Daniel) destacando las similitudes y diferencias de dichas vidas.
A lo largo de toda la novela se ve como Julián y Daniel tienen vidas paralelas y algunas de las cosas que le suceden a Daniel tienen muchas similitudes con las que le ocurrieron a Julián. La que más me ha llamado la atención es la historia de amor que viven siendo jóvenes, ambos con la hermana de uno de sus mejores amigos. A pesar de que no se conocen en las mismas circunstancias, las dos relaciones son complicadas y tienen que mantenerlas en secreto por diferentes razones. Una de ellas es la desaprobación de los padres de la chica si se llegases a enterar de lo sucedido, aunque las razones de dicha desaprobación fuesen distintas. Según leía, me daba cuenta de que cada vez tenían más cosas en común entre ellos, y temí que todo lo que les sucedió a Penélope y Julián fuese a repetirse con Bea y Daniel. Pero, en gran parte gracias a Julián, ninguno de ellos muere y consiguen su final feliz. “Mientras escribo estas líneas sobre el mostrador de la librería, mi hijo Julián, que mañana cumple diez años, me observa sonriente e intrigado por esa pila de cuartillas que crece y crece, quizá convencido de que su padre también ha contraído esa enfermedad de los libros y las palabras. Julián tiene los ojos y la inteligencia de su madre, y me gusta creer que quizá posee mi ingenuidad. (…). Bea y yo llevamos la librería ahora. (…). El tiempo la ha hecho fuerte y sabia. Casi nunca habla del pasado, aunque a menudo la sorprendo varada en uno de sus silencios, a solas consigo misma. Julián adora a su madre. Les observo juntos y sé que les une un lazo invisible que yo a penas puedo empezar a comprender. Me basta sentirme parte de su isla saberme afortunado.”
Julián se ve reflejado en Daniel, en sus ilusiones, sus amores. Como si fuera ese hijo que no conoció. Y entrega su vida si es necesario para que no se repita en el su misma historia, para que Bea le haga feliz, como a el le hubiera hecho feliz Penélope. Si les hubiesen dejado estar juntos todo habría sido diferente y su amor podría haber tenido un precioso desenlace, pero no fue así. “(…) Al regresar don Ricardo Aldaya de Madrid, su esposa le había confesado que había sorprendido a Julián y a su hija Penélope en la habitación del aya Jacinta. (…) Al recibir la noticia, don Ricardo estalló de ira, y gritando como un loco, corrió a la habitación de Penélope, que al oír los alaridos de su padre se había encerrado con llave y lloraba de terror. Don Ricardo derribó la puerta a patadas y encontró a Penélope de rodillas, temblando y suplicándole su perdón. Don Ricardo le propinó entonces una bofetada que la derribó contra el suelo. (…) Habia dejado encerrada a Penélope bajo llave. (…) Penélope dio a luz un niño que nació cadáver el 26 de septiembre de 1919. Si un médico hubiera podido reconocerla, hubiese dictaminado que la criatura llevaba ya días en peligro y que era necesario intervenir y realizar una cesárea. Si un médico hubiese estado presente, quizá hubiese podido contener la hemorragia que se llevó la vida de Penélope entre alaridos, arañando la puerta cerrada, al otro lado de la cual su padre lloraba en silencio y su madre le miraba temblando. Si un médico hubiese estado presente, habría acusado a Ricardo Aldaya de asesinato, pues no había una palabra que pudiera describir la visión que encerraba aquella celda ensangrentada y oscura. Pero no había nadie allí, y cuando finalmente abrieron la puerta y encontraron a Penélope, muerta y tendida sobre un charco de su propia sangre, abrazando a una criatura púrpura y brillante, nadie fue capaz de despegar los labios. Los dos cuerpos fueron enterrados en la cripta del sótano, sin ceremonia ni testigos. Las sábanas y los despojoi fueron arrojados a las calderas y la habitación sellada con un miro de adoquines.” Por mucho que Miquel y Nuria (amigos de Julián) intentaron mantener todo aquello en secreto y alejado de Julián, él finalmente se enteró de todo lo sucedido. Excepto una cosa “Penélope y Julián son hermanos”. Y así es como acabó su triste relato de amor.
Otra frase que no puedo dejar de mencionar es la que le dice Daniel a Bea para intentar convencerla de que deje a su novio y no se aleje de Barcelona ni de él. “Alguien dijo alguna vez que en el momento en que te paras a pensar si quieres a alguien, ya has dejado de quererle para siempre”. Lo más curioso es que esa frase no es de Daniel, sino de Julián.
Julián, a pesar de todo lo que le sucede a lo largo de toda la historia, al final de la novela consigue la paz que durante tantos años había estado buscando, y pensó haberla perdido para siempre. “Para mi amigo Daniel, que me devolvió la luz y la pluma. Y para Beatriz, que nos devolvió a ambos la vida.”

No hay comentarios: